To build a house is much more than just putting bricks. You dream of it, design it, discuss it, and then you see it grow like if it was a daughter. In the end you still need to personalize it, fill it with colors, details, life. We, Brothers, just finished building a house in Gyasnogor, Bangladesh, beside the school which is also under construction. During the 6 months building time, I have thought thousands of times of this verse from the Psalms, “If the Lord doesn’t build the house, in vain the laborers work.” And now that is completed and that we have come to live in, a lot of feelings come from the bottom of my heart. Building a house we prove that we love our mission in Bangladesh because when you build a house you intend to stay in it. Last seven years we were renting apartments and at any moment we could leave since nothing was tying us to this country, except maybe for the friendly relationships we have established. Not anymore. Now we have committed ourselves with this country and its people, especially the workers in the tea gardens next door to which we have built our nest. And I want from this post to thank Aid to the Church in Need that has financed 100% the works; without them nothing of this would be possible.
Construir una casa es más que poner ladrillos. La sueñas, la diseñas, la comentas, y luego la ves crecer cada día, como si fuera una hija. Y al final todavía hay que personalizarla, darle colores, detalles, vida. Los Hermanos acabamos de construir una casa en Gyasnogor, Bangladesh, al ladito de la futura escuela, también en construcción. Durante los 6 meses que ha durado la construcción me ha venido mil veces a la cabeza el versículo del salmo que dice: “Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles”. Y ahora que está terminada y que hemos venido a habitarla, otro montón de sentimientos me vienen desde muy dentro. Construyendo una casa hemos dado prueba de que amamos nuestra misión en Bangladesh porque cuando uno tiene una casa es porque se quiere quedar en ella. Durante los siete años que hemos estado viviendo de alquiler, en cualquier momento nos hubiéramos podido ir, no teníamos nada que nos atara a esta tierra salvo quizá las amistades que hemos ido tejiendo. Ahora ya no. Ahora nos hemos comprometido seriamente con este país y sus gentes, especialmente los trabajadores de las plantaciones de té en cuyo corazón hemos edificado nuestro hogar. Y quiero desde aquí dar las gracias a Ayuda a la Iglesia Necesitada, que nos la ha financiado al 100%; sin ellos nada de esto hubiera sido posible.