I feel like apologizing for showing Pako Bhuiya, his wife and their child in the intimacy of the one-room house where they live. Even though they allowed the camera inside, I have some reservations about displaying so much human misery. Not a single piece of furniture, a stove where they fry some rice and prepare some tea, a plastic bag serve as a carpet and is the baby’s crib as well, hens nibbling what they can on the mud floor, and a bamboo stick holding the thatch roof. That’s the way the tea garden workers live in Bangladesh; a black hole from where they can’t escape and where they have been trapped for four generations now. I think we should be ashamed for these situations in which people put other people. We have committed ourselves to take their children out of that, building a high school for them in Moulovibazar (see the project here). Please, if you can, help us here.
Casi quisiera pedir perdón a Pako Bhuiya, a su esposa y a su hijo por esta intromisión en la intimidad de la casa en la que viven. A pesar de que aceptaron que la cámara entrase en su única habitación me da un poco de reparo mostrar tanta miseria. Ni un solo mueble digno de ese nombre, un fogón en el que fríen un poco de arroz y preparan algo de té, unos sacos de plástico sirven de alfombra y de cuna al niño, las gallinas que picotean lo poco que encuentran por el suelo, y un tronco de bambú que es el pilar que sostiene el techo de paja. Así viven los trabajadores de las plantaciones de té en Bangladesh: en un agujero negro del que no pueden escapar y en el que llevan atrapados desde hace cuatro generaciones. Yo creo que debería caérsenos la cara de vergüenza por ésta y por otras situaciones en las que las personas ponemos a otras personas. Nosotros nos hemos comprometido a sacar a sus hijos de ahí construyendo para ellos una escuela secundaria en Moulovibazar (ver proyecto aquí). Por favor, si puedes, échanos una mano aquí.
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