Nihar I Punji |
by Fr. Joseph Gomes, OMI
In the Sreemangal
tea plantations area under the District of Moulvibazar, there are two groups of
populations. On the one hand the tea gardens workers, and on the other hand the
Khasi Tribal people, who live in villages (punjis) enclaves in the tea
plantations where they primarily cultivate betel leaves (a stimulant much
appreciated in the entire Indian subcontinent). The first group lives in
slave-like conditions, with very low wages maximum Tk. 68 per day (65 cents of
euro), without the rights to own land or home, without the right to Labor
Unions representation. The second group, the Khasi, has been living here for
generations but do not have documents to prove it, and are at the mercy of the
predatory tea companies, which constantly threaten to expel them from the land
of their ancestors.
That is
exactly what happened on May 30th in the Nahar-1 Khasi punji. Mr.
Pijush Kanti Bhattacherya, the manager of the Nihar Tea Estate company (Abul
Khayer Group of Industries), taking advantage that the Khasi men were out
working in the fields, invaded the village in which there were only women and
children, trying to evict them by force. The most infamous was that they
mobilized for that their workers from nearby tea plantations, that is, they
mobilized poor against poor. But no one expected that women and children were
to stand up and defend themselves; there was fighting, violence, and some ten
people were injured from both sides including four Khasi ladies, with such bad
luck that one of the invaders died at the hospital three days later.
As a result,
for several days Nihar Punji has been besieged by the police and the tea
workers; no one could enter or leave, putting at risk the lives of children and
elderly. Now violence seems to calm down, but the company Abul Khayer Group of
Industries is trying to take advantage of the death (totally unwanted) of one
of its workers to, once and for all, expel the Khasis and take possession of
the village to enlarge the surface destined to the production of tea.
The Khasis
are also reacting, supported by some organizations for the defense of Human
Rights such as Transparency International Bangladesh, some local Indigenous
Organizations, the Catholic Diocese of Sylhet and some Religious Congregations
(Holy Cross, Oblates and Marist Brothers).
In this
situation both the parties have filed cases against each other in Sreemangal
Police station. Most of the Khasi men are in fear and out of the village in
order to avoid arrest by police. Police from Sreemangal are going to the Khasi
village practically every day and threatening by saying “if we do not find men
in the village we will arrest women”. The Khasi women are very courageous and
saying to the police in reply that “if you arrest us and put us into the
custody take our children too along with us”.
En la zona de las plantaciones de té de Srimongol, hay dos tipos de poblaciones. Por un lado los trabajadores del té, y por otra las gentes de la tribu Kashi, que viven en poblados (punjis) enclavados en las plantaciones y subsisten cultivando las hojas de betel (un estimulante muy apreciado en todo el subcontinente indio). El primer grupo vive en condiciones de semi-esclavitud, con salarios bajísimos, sin derecho a poseer tierra ni casa, sin derecho a representación sindical. El segundo grupo, los Kashi, han estado viviendo en este lugar por generaciones pero no poseen papeles que lo acrediten, por lo cual están a la merced de las depredadoras compañías de té, que constantemente les amenazan con expulsarles de la tierra de sus ancestros.
Esto es exactamente lo que ha pasado el pasado día 30 de mayo en el punji de Nihar. El capataz de la compañía Abul Khayer Group of Industries, aprovechando que los varones estaban fuera trabajando en los campos, invadió el poblado en el que sólo había mujeres y niños tratando de desalojarles por la fuerza. Lo más infame fue que para ello movilizaron a los propios trabajadores de las plantaciones de té vecinas, es decir movilizaron a pobres contra pobres. Pero nadie contaba con que las mujeres y los niños les iban a plantar cara; hubo lucha, violencia, y unas diez personas resultaron heridas por ambos bandos, con tal mala suerte que uno de los invasores resultó muerto después de tres días en el hospital.
A resultas de todo esto, durante varios días Nihar Punji ha estado sitiado por la policía y los trabajadores del té; nadie podía entrar ni salir, poniendo en peligro la subsistencia de niños y ancianos. La situación de violencia parece haber remitido, pero la compañía Abul Khayer está intentando sacar partido de la muerte (por nadie querida ni buscada) de uno de sus trabajadores para, de una vez por todas, expulsar a los Kashi y tomar posesión del poblado para agrandar aun más la superficie destinada a la producción de té.
Los Kashi también están reaccionando, con el apoyo de algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos como Transparencia Internacional, algunas organizaciones indígenas locales, la diócesis católica de Sylhet y algunas congregaciones religiosas (Holy Cross, Oblatos de María Inmaculada y Hermanos Maristas).
Ambas partes han presentado cargos ante los tribunales. La mayoria de los hombres Khasi estan escondidos en la maleza por miedo a ser arrestados por la policia, que cada dia visita el punji con la amenaza de "arrestar a las mujeres si no encuentran a los hombres". Las mujeres, que son bastante valientes, les responden que "si nos arrestais a nosotroas tendreis que llevar tambien a nuestros hijos a la carcel".
Ojalá que el derecho tradicional a poseer la tierra de sus ancestros sea reconocido. Ojalá que las compañías del té moderen su avidez por despojarles de sus tierras. Ojalá que los capataces dejen de utilizar a sus pobres semi-esclavos trabajadores para invadir la tierra de los Kashis. Ojalá el Gobierno de Bangladesh se muestre sensible a la existencia de personas que se rigen por un derecho tradicional ancestral aunque no tengan papeles o documentos escritos que lo acrediten. Y que reine la paz y la concordia basada en el respeto a la persona humana.
Esto es exactamente lo que ha pasado el pasado día 30 de mayo en el punji de Nihar. El capataz de la compañía Abul Khayer Group of Industries, aprovechando que los varones estaban fuera trabajando en los campos, invadió el poblado en el que sólo había mujeres y niños tratando de desalojarles por la fuerza. Lo más infame fue que para ello movilizaron a los propios trabajadores de las plantaciones de té vecinas, es decir movilizaron a pobres contra pobres. Pero nadie contaba con que las mujeres y los niños les iban a plantar cara; hubo lucha, violencia, y unas diez personas resultaron heridas por ambos bandos, con tal mala suerte que uno de los invasores resultó muerto después de tres días en el hospital.
A resultas de todo esto, durante varios días Nihar Punji ha estado sitiado por la policía y los trabajadores del té; nadie podía entrar ni salir, poniendo en peligro la subsistencia de niños y ancianos. La situación de violencia parece haber remitido, pero la compañía Abul Khayer está intentando sacar partido de la muerte (por nadie querida ni buscada) de uno de sus trabajadores para, de una vez por todas, expulsar a los Kashi y tomar posesión del poblado para agrandar aun más la superficie destinada a la producción de té.
Los Kashi también están reaccionando, con el apoyo de algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos como Transparencia Internacional, algunas organizaciones indígenas locales, la diócesis católica de Sylhet y algunas congregaciones religiosas (Holy Cross, Oblatos de María Inmaculada y Hermanos Maristas).
Ambas partes han presentado cargos ante los tribunales. La mayoria de los hombres Khasi estan escondidos en la maleza por miedo a ser arrestados por la policia, que cada dia visita el punji con la amenaza de "arrestar a las mujeres si no encuentran a los hombres". Las mujeres, que son bastante valientes, les responden que "si nos arrestais a nosotroas tendreis que llevar tambien a nuestros hijos a la carcel".
Ojalá que el derecho tradicional a poseer la tierra de sus ancestros sea reconocido. Ojalá que las compañías del té moderen su avidez por despojarles de sus tierras. Ojalá que los capataces dejen de utilizar a sus pobres semi-esclavos trabajadores para invadir la tierra de los Kashis. Ojalá el Gobierno de Bangladesh se muestre sensible a la existencia de personas que se rigen por un derecho tradicional ancestral aunque no tengan papeles o documentos escritos que lo acrediten. Y que reine la paz y la concordia basada en el respeto a la persona humana.
No comments:
Post a Comment