Thousands of people gathered at the end of August to take part in the popular Spartan Race at a remote farm in Barre, Massachusetts. This would not have much importance to us except that this time among them was a small team of one teacher and four students who were racing for us! It was the first of such races for them, so, not knowing ahead of time what to expect, they learned the hard way, step by step of the 5 mile course filled with challenges and obstacles, which demanded stamina, determination and strength. They crawled over bales of hay, climbed fences, ducked under barbed wire, plunged into streams and jumped over smokey, smoldering hay. Finishing was a major accomplishment, no matter how long it took; for our boys, it was 2 hours and fifteen minutes. Like all the other runners, they were covered with mud and sweat at the finish line. They took the "punishment" willingly to raise money for our new Marist high school in Bangladesh, St. Marcellin High School. They definitely have poured sweat, blood and tears into this new school, which will owe them a lot. Thank you Eric Boucher, Ryan Ferrara, DJ King, Richard Hardy and Michael Horak; your names are not only recorded in the Spartan Race, your names are also written in the book of our hearts in Bangladesh. And special thanks to you, Brother Rene Roy for being the soul and center of the group!
Miles de personas se reunieron a finales de agosto para participar en una carrera popular espartana en una remota granja en Barre, Massachusetts. Esto no tendría mucha importancia para nosotros si no fuera porque esta vez entre ellos había un pequeño equipo compuesto por un profesor y cuatro estudiantes ¡que competían por nosotros! Era la primera vez que participaban en algo así y, por lo tanto, no sabían de antemano qué se iban a encontrar, aprendieron en sus propias carnes, paso a paso de cada una de las 5 millas llenas de retos y obstáculos que exigían fuerza, determinación y resistencia. Se arrastraron sobre balas de paja, treparon vallas, pasaron bajo alambres de púas, avanzaron penosamente en arroyos y saltaron sobre brasas ardiendo. Terminar fue un logro importante, no importa el tiempo, que para nuestros muchachos fue de 2 horas y quince minutos. Como todos los otros corredores, llegaron a la meta cubiertos de barro y sudor. Asumieron este “castigo” voluntariamente para recaudar dinero para nuestra nueva escuela secundaria marista en Bangladesh, el Colegio San Marcelino. Definitivamente han vertido sangre, sudor y lágrimas en esta nueva escuela, que desde ahora les debe mucho. Muchas gracias Eric Boucher, Ryan Ferrara, DJ King, Richard Hardy y Michael Horak; vuestros nombres no están registrados solo en la Spartan Race, vuestros nombres están escritos ahora también en el libro de nuestros corazones en Bangladesh. Y gracias a ti, hermano Rene Roy, por ser el alma y centro del grupo.
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