"These children should be in 3rd grade, not 6th!” repeated several teachers at our weekly meeting. It is well known that teachers often exaggerate the difficulties and complain about the low level of their students, but in this case is real. The first hundred boys and girls who populate our newly opened school in Giasnogor carry out with them a more than poor academic baggage. They come from the tea plantations or the neighboring market; they have had a primary education full of deficiencies. Their reading and writing level, as I said at the beginning by quoting teachers, is two or three years lower than it should be. And, thank God, after two months, we have had only three cases of school drop-out (in other schools it is up to 75%). But I would also like to put myself in the shoes of these boys and girls ... It is not easy for them to come to school; in the photo you see only one of the topographical obstacles they must pass each day to come. But there are more obstacles: they lack the least intellectual stimulation on the part of their families, they live in houses without electricity, without water, without furniture. And yet, little by little, we are trying to convince them that they can do it, that they can reach the end of their studies, that they are no less than other boys and girls of their age in other parts of Bangladesh and the world. With God's help…
“¡Estos niños deberían estar en 3º, no en 6º!”, repiten varios profesores en nuestra reunión semanal. Ya se sabe que los profesores muchas veces exageramos las dificultades y nos quejamos del bajo nivel de los alumnos, pero en este caso es real. Los primeros cien niños y niñas que pueblan nuestra recién inaugurada escuela en Giasnogor traen un más que pobre bagaje académico. Vienen de las plantaciones de té o del vecino mercado, han tenido una enseñanza primaria llena de carencias (valga la redundancia). Su nivel de lectura y escritura, como decía al principio citando a los profesores, es dos o tres años inferior a lo que debería ser. Y, gracias a Dios, después de dos meses, no hemos tenido más que tres casos de abandono escolar (en otras escuelas es de hasta el 75%). Pero también me gustaría ponerme dentro de la piel de estos niños y niñas… Para ellos no es fácil venir a la escuela; en la foto ves sólo alguno de los obstáculos topográficos que deben pasar cada día para venir. Pero hay más obstáculos: carecen del más mínimo estímulo intelectual por parte de sus familias, viven en casas sin electricidad, sin agua, sin muebles. Y aún así, poco a poco, estamos intentando convencerles de que pueden hacerlo, de que pueden llegar al final de sus estudios, de que no son menos que los demás niños y niñas de su edad en otras partes de Bangladesh y del mundo. Con la ayuda de Dios…
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