When in the morning Sheik leaves home with his backpack, his grandparents believe that he comes to school; but most of the days he does not arrive here. His father disappeared from home one day. His mother went to live with another man. The child stayed with the grandparents who are in years and also sick. Sheik has no one who cares for him, no one to help him grow. The street is his teacher.
To the mother of Akter, one of our students, it is better for the girl to play truant. Her husband also left and was never heard from again. She has to work 8 hours a day picking tea leaves. At home, Akter has a small legion of brothers, sisters and cousins who must be cared for, cleaned and fed. So half of the days she does not come to school.
We are working hard to make sure that our students do not stop coming to school. We visit them in their homes, we talk to their parents or whoever is in charge of them, we try to convince them of the importance of coming to school, to learn things, to open their eyes to the world beyond the small horizon of this rural, forgotten, depressed area. We try to make the school a friendly place. We are not doing badly so far; out of 97 students only three or four have stopped coming. This number is much higher in other schools in the area, up to 35% in some cases. I hope we will succeed, for the sake of these children and their families. With God's help.
To the mother of Akter, one of our students, it is better for the girl to play truant. Her husband also left and was never heard from again. She has to work 8 hours a day picking tea leaves. At home, Akter has a small legion of brothers, sisters and cousins who must be cared for, cleaned and fed. So half of the days she does not come to school.
We are working hard to make sure that our students do not stop coming to school. We visit them in their homes, we talk to their parents or whoever is in charge of them, we try to convince them of the importance of coming to school, to learn things, to open their eyes to the world beyond the small horizon of this rural, forgotten, depressed area. We try to make the school a friendly place. We are not doing badly so far; out of 97 students only three or four have stopped coming. This number is much higher in other schools in the area, up to 35% in some cases. I hope we will succeed, for the sake of these children and their families. With God's help.
Cuando por las mañanas Sheik sale de casa con su mochila, sus abuelos creen que viene a la escuela; pero la mayor parte de los días no llega. Su padre desapareció de casa un día. Su madre se fue a vivir con otro. El niño se quedó con los abuelos que están entrados en años y además enfermos. Sheik no tiene quien le quiera, no quien le exija y le ayude a crecer. La calle es su maestra.
A la madre de Akter, una de nuestras alumnas, le viene mejor que la niña haga novillos. Su marido también se fue y nunca más se supo de él. Ella tiene que trabajar 8 horas diarias recogiendo hojas de té. Akter tiene en casa una pequeña legión de hermanos, hermanas, primos y primas a los que hay que cuidar, limpiar y alimentar. Así que la mitad de los días no viene al colegio.
Nos estamos esforzando mucho en que nuestros alumnos y alumnas no dejen de venir al colegio. Les visitamos en sus casas, hablamos con sus padres o quienes estén a cargo de ellos/as, les intentamos convencer de lo importante que es que vengan, que aprendan, que abran los ojos al mundo que hay más allá del pequeño horizonte de esta zona rural olvidada y deprimida. Intentamos hace de la escuela un lugar amable y amistoso. No nos va mal del todo; de 97 alumnos sólo tres o cuatro han dejado de venir. Este número es muchísimo mayor en otras escuelas de la zona, hasta el 35% en algunos casos. Ojalá lo consigamos, por el bien de estos niños y el de sus familias. Con la ayuda de Dios.
A la madre de Akter, una de nuestras alumnas, le viene mejor que la niña haga novillos. Su marido también se fue y nunca más se supo de él. Ella tiene que trabajar 8 horas diarias recogiendo hojas de té. Akter tiene en casa una pequeña legión de hermanos, hermanas, primos y primas a los que hay que cuidar, limpiar y alimentar. Así que la mitad de los días no viene al colegio.
Nos estamos esforzando mucho en que nuestros alumnos y alumnas no dejen de venir al colegio. Les visitamos en sus casas, hablamos con sus padres o quienes estén a cargo de ellos/as, les intentamos convencer de lo importante que es que vengan, que aprendan, que abran los ojos al mundo que hay más allá del pequeño horizonte de esta zona rural olvidada y deprimida. Intentamos hace de la escuela un lugar amable y amistoso. No nos va mal del todo; de 97 alumnos sólo tres o cuatro han dejado de venir. Este número es muchísimo mayor en otras escuelas de la zona, hasta el 35% en algunos casos. Ojalá lo consigamos, por el bien de estos niños y el de sus familias. Con la ayuda de Dios.
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