This morning we have been putting gates to our property in Gyasnogor, Moulovibazar. After buying the land, with great effort and with the help of a lot of good people, we have built a wall around it, also with the same effort and the same good people’s help. Today it was the turn to put up the gate. I confess I am not especially excited by putting a gate in the middle of a field just to say where "our domain" starts, but I recognize that it is necessary to do so and that, in the Bengali culture it’s also an important milestone. It is said that the main condition to open a door is for the door to be closed; in this sense I would like our door to be impossible to open for the simple reason that it will always be open; somehow the gate to our land will be a symbol of the door of our heart. Open to boys and girls from the tea plantations; open to young people from the tribal communities and of Hindu and Muslim communities around; open to the poor in the area; open to teachers who seeking educational and professional orientation; open to those who want to dig into children protection; open to local authorities willing to work for the rights and welfare of the tea workers. But our door will be closed to any kind of exclusion and discrimination; closed to those looking just for "a prestigious school". As you can see, we have put the anagram of Mary engraved on the door so that everybody can understand who is the real principal in our future school.
Esta mañana le hemos estado poniendo puertas al campo. Después de comprar el terreno, con mucho esfuerzo y con la ayuda de muchísima gente buena, hemos construido una tapia alrededor, también con el mismo esfuerzo y las mismas ayudas de personas buenas. Hoy tocaba poner la puerta. Confieso que a mí no me causa una emoción especial poner una puerta en mitad del campo para señalar hasta dónde llega “nuestro dominio”, pero reconozco que es necesario hacerlo y que, además, en la cultura bengalí constituye un hito importante. Dicen que la principal condición para poder abrir una puerta es que esté cerrada; en este sentido a mi me gustaría que nuestra puerta fuera imposible de abrir por la sencilla razón de que estará abierta todo el tiempo; de alguna manera la puerta de la finca será un símbolo de la puerta de nuestro corazón. Abierta a los muchachos y muchachas de las plantaciones de té; abierta a los jóvenes de las comunidades tribales de la zona y de las comunidades musulmana e hindú; abierta a los pobres de la zona; abierta a los profesores que deseen ayuda pedagógica y profesional; abierta a quienes quieran profundizar en la protección de los menores; abierta a las autoridades locales que deseen trabajar por los derechos y el bienestar de los trabajadores del té. Pero nuestra puerta estará cerrada a la exclusión y a la discriminación de las personas; cerrada a quienes vengan sólo buscando “una escuela prestigiosa”. Como ves, hemos puesto el anagrama de María en la puerta para que todo el mundo sepa quién es la verdadera directora de la escuela.
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